
Se ha convertido en todo un clásico dentro de cierto cine europeo, el tratamiento de ásperos argumentos desde la mirada de la infancia; los Dardenne, Susanne Bier o Haneke, lo han experimentado con excelentes resultados. Aquí la directora belga Fien Troch, con «Kid«, trata de emular a sus colegas desde un punto de vista similar en el fondo, aunque personal en las formas.
Y son esas formas las que por una parte confieren a la película una frialdad apabullante, con un trato minimalista y exquisito de la escenografía, digno de punto y aparte.
La historia de una madre abandonada con sus dos hijos, es vista desde la perspectiva del menor de ellos. La situación desesperada de los adultos, se traduce en silencios infantiles, que la directora trata de transmitir con un cuidada puesta en escena y una actuación sobria.
Para mi gusto, el excesivo celo en las formas, no logra transmitir la sensación de desamparo y rebeldía de los niños. La película se queda en un arriesgado ejercicio de composiciones espectacularmente heladoras, pero que paradójicamente nos alejan del sentimiento profundo que se supone debían provocar.
Una escuela interesante, que unas veces acierta más y otras menos, pero que siempre se agradece el esfuerzo por investigar lenguajes innovadores.
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