
En los años de auge del psicoanálisis y de la interpretación de los sueños; las teorías de Sigmund Freud, le vienen como anillo al dedo a Alfred Hitchcock, a su manera, también seguidor de un cierto surrealismo mental, pero mirando más a llenar salas de cine.
En este film “Recuerda”, nos deja claro, según las tesis freudianas, que el director británico está enamorado de Ingrid Bregman —como de todas sus protagonistas—, que su complejo físico de señor mayor, bajito, gordo y calvo le cohibirán en sus conquistas, limitándolas al campo onírico. Que su estricta educación infantil jesuítica, marcará su vida y obra con el remordimiento de unos impulsos muy mal vistos por la iglesia católica. Pues además del deseo reprimido, tiene que enfrentarse a la competencia de la figura de los galanes, que estos sí consiguen sus fines —en este caso Gregory Peck—, hasta el punto de fantasear en su envidia con el asesinato y el suicidio. Si a todo esto le añadimos el sentimiento de culpa hacia su esposa, una de sus más importantes colaboradoras intelectuales, pero sin poder competir físicamente en las ilusiones eróticas de su marido con su gran amor Grace Kelly, Joan Fontaine, Kim Novak, Tippi Hedren, Eva Marie Saint,… o la propia Bergman. Él mismo nos da la pista desde el diván que resulta ser la pantalla, de sus traumas, represiones y frustraciones, que fue liberando a lo largo de su amplia carrera, eso sí, discretamente. Salvo para Freud.
* Del manual ‘Psicoanálisis para pardillos’, o calumnia que algo queda, aunque cuando el río suena, agua lleva. (Máxima filosófica de la Grecia antigua… creo).
Todos tenemos derecho a imaginarnos que somos lo que no somos, si no ¿para qué vivimos la mayoría de la gente?.
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