
Continuación de su colección de parodias, con las que Quentin Tarantino repasa los géneros que habían encumbrado al Hollywood más clásico y más comercial. Como ya nos indicaba en el título de su segundo largometraje, su carrera iba a ser “pulp”.
Esta vez se viene arriba y hace una película doble, “Kill Bill” I y II, ahora caricaturizando al cine de artes marciales, incluyendo a uno de los actores fetiche del género en su día. En su primera entrega en versión japonesa y en su segunda en versión western.
Si consideramos que el cine aludido, de luchas increíbles, héroes de cómic, y sangre para dar y regalar, no es ni de lejos mi cine preferido —de echo no he visto nada—, poco puedo opinar del apartado ‘sarcasmo’ que tan bien caracteriza la obra del director. Apuntar que como películas me han parecido bastante menos entretenidas que sus dos primeros éxitos anteriores (y los posteriores), que se me hacen largas, aunque aprecio el desparpajo de Tarantino para saltarse todas las reglas del método y sorprendernos con su ironía descarada. Poco más.
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