Margin call

Que la civilización occidental vive alrededor del dinero, no es ninguna novedad, lo preocupante es que se considere razonable el hacerlo. Así, que cuando el dólar estornuda, el mundo se para.

Es lo que ocurrió en 2007, y el mundo se paró. La gran banca de inversión —esa que su objetivo es que los adinerados sean más adinerados—, había exprimido demasiado un mercado de humo y al final reventó. Quiebra de bancos, desaparición de empleos, ruina de los inversores, rescates multimillonarios por parte de los estados (o sea de los contribuyentes). Lo importante era que el sistema financiero no colapsara, lo que hubiera llevado sin duda a la desaparición de esta civilización tal y como la conocemos: adorando al becerro de oro.

Ahora, quince años después, el sistema se ha mantenido con alfileres; no llegamos (eso dicen) al crack del año 29, que solo se superó con los beneficios que generó para los Estados Unidos la segunda guerra mundial. Pero las consecuencias del descenso a los infiernos financieros, ahí quedan. La banca más débil desaparecida, las bolsas a un nivel ínfimo de su valor anterior, empresas quebradas, infinidad de puestos de trabajo desaparecidos, los sueldos por la mitad y gracias. 

Hoy leo que la “prestigiosa” banca de inversión la están empezando a desmantelar, por falta de resultados, tanto para los clientes como para las propias entidades, trasformándola en una especie de autoservicio, como ya hicieran con la banca comercial. Creo que la herida se ha cerrado en falso, quizás como no podía ser de otra manera, en un sector en el que su producto es etéreo.

Tras aquel sonado desplome, fueron muchas las películas, libros y supongo que hasta poemas, las que apuntaron a explicarlo, algunas más técnicamente, otras de forma más didáctica y la mayoría, siguiendo la pauta de la especulación, haciendo caja con dramatizaciones oportunistas, como no.

Una de las películas más interesantes me parece “Margin call”, del director norteamericano J.C. Chandor, que en 2011, escenificó a través de un error en un banco de este sector, al ignorar el margin call (aviso del margen de seguridad), y que desencadenó el hundimiento de esta importante agencia de inversión. No será una historia  demasiado cierta, pero sí bastante creíble.

La anécdota del descuido, es quizás lo de menos, lo que el film refleja, es la metodología que imperó en la empresa: engañar a todos los engañables. Podemos ver a lo largo una maratoniana jornada de trabajo, la moral absolutamente inmoral de estas corporaciones, carentes de ética ninguna, desencadenando sin despeinarse un desastre en cadena, con tal de salvar sus muebles; muy numerosos por cierto.

La historia de hace más de una década, lamentablemente, se puede aplicar a cualquier fecha posterior. Valores sobredimensionados, caídas programadas, criptomonedas invisibles, NFTs fantasmas. El resultado: millonarios más millonarios a costa de codiciosos pardillos. El mundo sigue igual o parecido, pero esperanzados con una futura realidad virtual, sólida y solvente, que nos evite los disgustos de soportar una existencia real tan engorrosa.

2 comentarios sobre “Margin call

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