
Resulta siempre interesante repasar la historia, para darnos cuenta de que los problemas que hoy nos parecen novedosos, lamentablemente se vienen repitiendo desde hace muchos tiempos. La memoria es efímera y las nuevas generaciones siempre son proclives a pensar que el mundo nació el mismo día que ellos nacieron —y en su momento, la nuestra también, por supuesto—. Y no pretende ser una reivindicación a la experiencia en plan sermón de viejo cascarrabias (o sí).
Con el film de Josep María Forn» La piel quemada«, rodada ya en un lejano 1966, volvemos a revivir situaciones en tiempo pasado, muy parecidas a las del tiempo presente, tanto en los problemas de las migraciones, como en el de los nacionalismos clasistas derivados de las diferencias culturales y sobretodo económicas, entre otros.
El director catalán, hace un recorrido por aquella actualidad de su tierra en medio de aquel desarrollismo económico de los sesenta, embarullado y nepotista, que trataba de recuperar al país de la miseria de un régimen totalitario, aislado por el resto del mundo, y que a través de mano de obra barata y sol, ofrecía servilmente sus encantos a un turista foráneo, que se reía de los patanes autóctonos y se aprovechaba abiertamente de una moneda insignificante.
El guión nos cuenta el fenómeno de la emigración interior, desde Andalucía, Aragón o Castilla, donde el desempleo era la constante, hacia las costas turísticas, en este caso Cataluña, donde se demandaba mano de obra muy barata, tanto para el sector de la construcción, que se desarrollaba sin ningún control —para regocijo de especuladores—, como en el de la hostelería nacida al servicio del turista extranjero; empleos siempre en condiciones extremadamente precarias, tanto económicas como temporales.
Una historia que simplemente descrita, nos parecería que estuviéramos hablando de hoy mismo, cambiando parte de las migraciones nacionales, por las procedentes de países menos afortunados.

Históricamente, y hablando ahora de reivindicaciones territoriales, el film nos recuerda cómo partes concretas del país, privilegiadas en su momento por el régimen del general, tanto industrial como turísticamente, resultan ser medio siglo después las más desarrolladas y con más alto nivel de vida. Curiosamente.
Los que trataron peyorativamente a quienes llegaron con gran sacrificio, buscando subsistencia desde la España del hambre, y llamaron con desprecio «charnegos» a sus hijos, a quienes no consideraban con suficiente pedigrí, no sé si repararon alguna vez en que ellos mismos también fueron «charnegos» a los ojos de Europa.
Esplendida pelicula
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Gran película, Angel. Te dejo la entrada de Diccineario sobre esta joya de la cinematografía española de los sesenta. Un saludo. https://diccineario.com/2019/02/14/albanil-la-piel-quemada/
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Albañiles y camareros, los pilares de economía española desde hace muchas décadas. Con respecto a la inmigración, nunca se ha rechazado en España (ni en ningún país) a los inmigrantes por ser andaluces, por ser negros o por tener otras costumbres, lo que provoca rechazo es la pobreza, por eso en la Cataluña de los años sesenta había ese rechazo a los que llegaban con una mano delante y otra detrás a buscarse la vida. Vamos, como tú dices, igual que ahora.
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