
Agradable sorpresa con el primer largometraje de Arantxa Echevarría: «Carmen y Lola«, un film en el que, entre documento y dramatización, relata de forma sencilla, directa y veraz las injustas y atávicas costumbres que imperan dentro de algunos grupos culturales, religiosos y étnicos de estos mundos.
Aunque aquí la historia se centra únicamente en la sociedad gitana, no sería acertado olvidarnos que, en mayor o menor medida, el tipo de problemática descrita, lamentablemente se extiende también por comunidades sociales menos «exóticas«.
El film relata las costumbres trasnochadas en estos tipos de colectivos, donde los roles masculinos y femeninos se rigen por ancestrales tradiciones, no sé si muy respetables, por muy ancestrales que sean.
Puntualmente, después de una excelente primera parte en la que se describe perfectamente la vida de los protagonistas —por cierto, actores no profesionales—, que por sí sola merece un reconocimiento; el relato se centra en la represión sufrida por dos muchachas, debido a la relación amorosa que espontáneamente se establece entre ellas.
El guión gira desde la sumisión de la mujer al marido y del precario modo de vida del colectivo en general, al problema de la demonización de la homosexualidad. En este contexto, se entenderá que el problema se multiplica. Pero, como decía al principio, que la historia se desarrolle dentro del pueblo gitano, no nos anule la perspectiva. Que en todas casas cuecen habas.
Nada que no se haya repetido en los últimos tiempos con mayor o menor acierto en ambientes mas cotidianos, aquí el hecho de apuntar directamente a una minoría étnica llena de conflictos culturales, o el afrontar el relato de una relación entre mujeres de forma natural, sutilmente y sin escenas innecesarias, y evitando el cansino sonsonete del feminismo profesionalizado, hace de la película un relato valiente, que sí, que en este caso llega a la conciencia, al menos a la mía.

Cuando la cultura se convierta en una cárcel
Me gustaMe gusta
Cuando los problemas de las minorías, tanto si son por motivos sexuales, como raciales, de ideología o de lo que sea, se tratan con inteligencia y sin pasarse de frenada, suelen llegar a la conciencia de la gente de forma mucho más efectiva que cuando las reivindicaciones se hacen a base de gritos cargados de frentismo.
Me gustaLe gusta a 1 persona