
En sus obras más conocidas, el director norteamericano Todd Haynes siempre ha destacado, entre otras cosas, por la magnífica producción artística, tanto en el remake del clásico melodrama de Douglas Sirk, titulado por Haynes como «Lejos del cielo«, como en la que quizás haya sido su mayor éxito, «Carol«, en ambas la impecable ambientación en la Norteamérica puritana de los años cincuenta, —o más bien en la estética del cine americano de los años cincuenta—, acompañaba perfectamente a un guión con unos argumentos interesantes y valientes.
Aquí, en su último trabajo, titulado en España como «Wonderstruck. El museo de las maravillas«, adaptación de la novela de Brian Selznick, vuelve a brillar su talento en la puesta en escena, con guión, no tan brillante, del propio escritor.
En cuanto al argumento, aborda las historias paralelas de dos niños en busca de sus familiares —o de sus orígenes, si nos ponemos exquisitos—. La aventura de una niña muda, ambientada en el Nueva York del año 1929, rodada en blanco y negro, en realidad, se centra más en parecer un homenaje (otro homenaje) al cine mudo, que en profundizar en la emotividad del drama. Por otra parte —ahora en color—, e intercalando ambos relatos, un niño de la misma edad, éste sordo casualmente, se desenvuelve en el contexto de los años setenta, buscando desesperadamente a su padre. Ambas historias tendrán una insustancial confluencia más que previsible.
Si la trama parece sensiblera y empalagosa, la conclusión resulta que lo es absolutamente. Si eso fuera poco, un guión torpe, sin continuidad, hace incomprensible durante media película el cuento que nos intentan vender. A todo este desatino, el director contribuye imprimiendo un ritmo lento y cansino, con un resultado final simplemente aburrido, tanto por la falta de interés de su contenido, como por la forma de exponerlo, de la que se salva, como no, un excelente diseño en la producción.

Pero esto es muy poco, más bien parece un experimento o un trabajo de encargo fallido. Después de sus espléndidas películas mencionadas en la introducción, lo cierto es que esperaba bastante más de Todd Haynes. Seguiré esperando, no obstante.
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