
Parecía irremediable que Woody Allen no se sumara a la moda de las series televisivas, y más cuando la mayor parte de su extensa filmografía, resulta en sí misma un verdadero serial, salpicado a lo largo de los años.
En la mini serie “Crisis in six scenes”, el director neoyorquino no va más allá de lo que ha hecho siempre, o sea, un film con todas las bendiciones de su formato clásico, pero que una vez entregado a su productor —Amazon últimamente—, se limita a dividirla en entregas de veinte minutos. Estrategia comercial, o simple tomadura de pelo.
En cuanto al contenido, que se puede contemplar de un tirón como una película más, tampoco añade nada nuevo, como viene siendo ya habitual en sus últimas entregas. Más bien parece un breviario de esa parte de su obra, donde ironiza sobre criminales intrigas neuróticas (‘Balas sobre Broadway’, ’Match point’, ‘El sueño de Casandra’ ‘Delitos y faltas’ ‘Irrational man’, etc, etc.)
Estamos pues ante otra ya clásica comedia del carismático director, con todos los tópicos “woodynianos”, incidiendo formalmente algo más hacia el histrionismo, en una crítica fácil a la sociedad y al estamento clasista, que su habitual personaje paranoico representa. Un final absurdamente esperpéntico, parece más un intento de conectar con el poco exigente target de televisión, que una verdadera solución escénica. No sé si a Miley Cyrus le han hecho la mejor elección, como inicio del camino hacia su redención.

Lamentablemente, resulta demasiado habitual en este tipo de profesiones, que después de una más que brillante carrera artística, sus últimos trabajos revelan una cuesta abajo sin remedio. Repetidas copias de sí mismo o trabajos alimenticios, enturbian una figura que de cualquier modo, pasará a la historia del cine, pero después de que se olviden condescendientemente los restos de un necesario filtrado.
Parece que en este tipo de oficios la pensión de jubilación es demasiado baja, o el nivel de gastos demasiado alto, y lo peor, ya no deben quedarle amigos que le aconsejen. Que lejos queda aquella revolución en la comedia que supusieron las “Annie Hall”, “Manhattan”, “Hanna”…
Saber retirarse a tiempo. Lo que pasa es lo que dices, que hay que seguir ingresando. La historia se encargará de pulirse toda la furrufalla de Woody y dejar solo lo decente, como ha ocurrido con todos los genios.
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