
Qué bien se entienden las películas sobre mujeres, cuando están hechas por mujeres. Es el caso del film francés «Las inocentes» de la directora Anne Fontaine, sobre las consecuencias de la segunda guerra mundial, en un convento de monjas católicas en Polonia. La película es excelente, pero me queda la duda de cómo hubiera sido, rodada por una directora de esta nacionalidad. Quizá se podría haber añadido también, «qué bien quedan las películas sobre polacos, cuando están hechas por polacos».
Hecha esta pequeña observación, el film relata unos hechos demoledores sobre la barbarie del hombre imbuido en la sinrazón de la guerra. El alternativo paso por suelo polaco de las tropas tanto de la Alemania nazi, como de la Unión Soviética de Stalin, hizo del país un campo de batalla permanente.
En este caso, y una vez terminada la contienda, el film nos cuenta como una joven enfermera, perteneciente a un destacamento de la Cruz Roja francesa, se encuentra con un convento de monjas de clausura, en el que todas ellas han sido violadas y varias han quedado embarazadas, ahora ya a punto de dar a luz.
El relato no se centra en la violencia directamente, sino en sus consecuencias, y lo hace claramente desde un punto de vista femenino, de tal forma que nos hace partícipes de la particular tragedia de una forma extremadamente inteligente, como para que los del sexo masculino entendamos perfectamente una situación que, por esos componentes genéticos diferenciales, pocas veces acabamos de sentir emocionalmente, más allá del puro entendimiento racional.
Como digo, el film rodado desde Francia, se limita a lo que allí se encontraron en la persona de las monjas. Nada sobre un pueblo y una nación devastada —de ida y vuelta—, y muy someramente sobre la dogmática postura religiosa. Sobre estos aspectos, el discurso se muestra distante, centrándose en la traumática situación de las religiosas como mujeres.

La realización tan perfecta como sabe hacer la industria cinematográfica gala, la puesta en escena o la estética fotográfica magnífica, quizá jueguen en contra de una historia en la que podía haber resultado más efectiva una solución visual más austera. Lo cierto es que estamos ante una expresión feminista efectiva, lejos de ruidos y fuegos de artificio innecesarios e ineficaces.
Y el factor de que se nos anuncie con el consabido cartelito publicitario de que se basa en hechos reales, nos puede dar exactamente igual, todos sabemos que «hechos reales» los hubo, los hay y me temo que los habrá, similares y mucho peores.
Si la película está ‘lejos de ruidos y fuegos de artificio innecesarios e ineficaces’, seguramente no será una película feminista, al menos tal y cómo está funcionando últimamente el feminismo ‘oficial’.
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Quizás se aleje de la «oficialidad» por el camino de la sutileza.
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Concuerdo con Carlos. Y la veré, por supuesto que no me la pierdo!
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Pues ya nos contárás tu opinión desde el lado femenino
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