I Am Nojoom, Age 10 and Divorced

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10 años y divorciada

Película yemení, rara por su procedencia, desconocida por su mala distribución, exótica por su ubicación, valiente por su temática, y un tanto simple, es de suponer, por la censura. Algo así es el primer film de ficción no documental, que nos llega por aquí de la directora Khadija Al-Salami, titulado sin mucha fortuna y ninguna gracia, como “10 años y divorciada”.

A pesar de ser una producción de hace ya un par de años, aparece ahora de nuevo como candidata a los Oscar, como película de habla no inglesa. Aunque finalmente no ha sido seleccionada, parece que al menos ha servido para dar una segunda oportunidad al film en los circuitos streaming, videos on-line e inventos similares.

Hay que anticipar, que el relato, que peca de naif en su forma, de excesivamente sencillo y lineal en su desarrollo, temáticamente sin embargo, resulta en esencia irreprochable: denunciar aquí y supongo que allí, costumbres disfrazadas de tradición, que quebrantan cualquier mínimo nivel de derechos humanos.

La sinopsis de la acción, se localiza en las zonas más atrasadas del país asiático, donde la única ley conocida, la constituyen los hábitos de cada una de las tribus, dispersas en el agreste paisaje desértico.

El film nos relata de forma muy simple, como el casamiento de una niña de diez años con un hombre adulto, constituye un hecho habitual en el proceder de dichas tribus, así mismo, la historia nos muestra crudamente los efectos físicos y emocionales de semejante práctica en la pequeña. Hasta aquí, pese a lo exótico y variopinto de la realización, la historia resulta creíble.

Fotograma: 10 años y divorciada (2014)
juguetes rotos

Pero empieza la obligatoria fantasía. La niña se rebela, y acaba —por aquellos azares de la vida cinematográfica y sus guionistas— en un juzgado de la metrópoli reclamando el divorcio. De repente, aparecen en las ciudades modernas del país, la justicia, la civilización y las bondades de toda una cultura ancestral; aunque nos haya parecido hasta el momento, que todo esto, era absolutamente ignorado por los más primitivos aldeanos rurales, camuflados de inocentes e ignorantes.

El film, en el ingenuo desarrollo “buenista” de este episodio, nos deja la impresión de que sin esa forzada redención política y social, sin ese final feliz, la película nunca hubiera visto la luz en Yemen… y su directora tampoco.

Así que toca al espectador hacer la correspondiente criba, separar el trigo de la paja, leer entre líneas, y quedarse con el testimonio —inspirado en el libro que la propia víctima escribió posteriormente— sobre unas sociedades, unas culturas y unos países de las que solo nos acordamos por sus violentos atentados terroristas, pero que visto lo visto, cada vez se entiende mejor el porqué de su proliferación. Y no vale con mirar hacia otro lado.

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