
A decir verdad, hace tiempo que había perdido de vista a Fernando Colomo, lo imaginaba más en la industria, en la producción, alejado de su etapa inicial, aquella fresca y sencilla, donde los medios tampoco daban para mucho más que para la imaginación. Fue uno de los padres de aquel fantasma que se inventaron como «comedia madrileña”, en época de la transición. Pero el tiempo y las modas pasan.
Ahora me encuentro casi por casualidad con su último trabajo —que, por cierto, parece como si efectivamente, fuera a ser el último—, que no sé si por efectos de la maltrecha economía, o porque la edad y la experiencia empujan a hacer lo que a uno le da la gana, vuelve a aquella comedia modesta, sutil, cotidiana, sin carcajadas, solo a base de la sonrisa que produce lo espontáneamente reconocible.
No es vano que la «Isla bonita» a la que se refiere el título sea la personalísima Menorca, que más que una isla, es una filosofía conservada y preservada, —por una burguesía acomodada cultural y económicamente—, de las hordas bárbaras del turismo de alcohol y sexo ocasional.
Colomo se presenta a sí mismo como cineasta, en una especie de declaración de sexagenario, que viene de vuelta de una profesión en la que intentó expresarse, y en la que, como en una noria, subió y bajó, apareció y desapareció, y que ahora vuelve a las viejas formas de contarnos como es la sencillez y la complejidad de la vida.
Se autodefine en el film, a través de referencias a los personajes de su cine, ironiza con la intelectualidad de aquellos sus primeros «tigres«, que envejecidos se han refugiado en medio del Mediterráneo, —antes políticos, ahora trascendentales artistas ecólogos—, añora la juventud, y sobrevive al presente haciendo su «ocho y medio» particular.

Al final, la paz, la tranquilidad que nos transmite la vida insular, lejos del ruido de la industria y su amo el dinero, termina resultando para el espectador el despertar de un sueño o de una utopía, como queramos, pero ambas opciones nos dejan un regusto amargo con solución inevitablemente prosaica.
Ah esta la veo seguro!
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