Nashville

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No, no es la serie interminable de televisión, es el «Nashville» de Robert Altman de allá por el lejano 1975. Cierto es que la idea de revisar el viejo film, me surgió viendo algunos capítulos del nuevo serial televisivo, y sin ánimo de comparar (mentira), quise refrescar aquel mítico film de los años rebeldes.

Era una de esas épocas que de vez en cuando salen respondonas y reivindican cambios en la siempre acomodada sociedad del «si lo mío va bien, todo va bien«. También en los USA, los conflictos raciales, el desastre de Vietnam, los chanchullos políticos y un cierto progresismo cultural, desencadenaron desde la década anterior una larga colección de protestas, teóricamente muy bonitas, pero bastante inútiles al final. Porque el que manda, manda, aunque mande mal.

El cine no fue ajeno a estos movimientos, y el film de Altman tampoco. Con el estilo característico de montar sus historias corales y su peculiar humor, sitúa la acción, o más bien las acciones, en la tópica Nashville como prototipo de sociedad conservadora. Como es sabido, epicentro de la industria musical country y sus múltiples derivados. Santuario por excelencia de las corrientes tradicionalistas de la Norteamérica rural, esa que hace ganar unas elecciones y que nada tiene que ver con el glamour de los New York y las Californias acicaladas para la propaganda de exportación.

Aprovecha Altman aquella ensalada de ideologías del momento, para no dejar ninguna sin su correspondiente dosis de ironía. Partiendo, como excusa, de la base de una industria musical que mueve cientos de millones, solamente en el mercado interior (lo que nos da idea de lo poco que importa el resto del mundo a la privilegiada población estadounidense), la sátira alcanzará a las múltiples facetas políticas y sociales, que la imagen del «american dream» nos ha tratado de vender.

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Estrellas de purpurina

Pero esto era en los setenta, hace medio siglo, ¿y ahora? ¿nos sirve lo que vemos en el film?. Pues habrá que partir del escepticismo hacia la información —siempre procesada— que nos llega, pero leyendo más allá de los titulares, me parece que aquellas reivindicaciones se quedaron muy pronto por el camino, y hoy por hoy, no veo nada que se aparte de la adoración al dólar, así que solo me queda pensar que, a la vista de la regresión materialista tan apabullante, aquella guerra también se perdió definitivamente. ¿Será tiempo de empezar una nueva?.

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Rebeldes de escaparate

En cuanto a la moderna serie de televisión que ha dado pié al comentario, pues eso, una serie adormidera para hacer adictos y recaudar dividendos. Como metáfora de un sueño frustrado, nos refleja lo que en su origen fue una respetable música —al margen de colores—, con sus músicos y con su peculiar personalidad, hija bastarda de las distintas etnias de la población que representa, madre de un posterior folk contestatario, y que acabó prostituyéndose hacia donde fuera necesario, para conservar los pingües beneficios del show business.

2 comentarios sobre “Nashville

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