
Hace unos días, la televisión autonómica catalana emitió en uno de sus canales secundarios, el documental maldito —para algunos—, «Ciutat morta«, dirigido por Xavier Artigas y Xapo Ortega. En pocas horas, el revuelo en las redes sociales, ha superado la difusión de los nueve años en los que las autoridades competentes, habían tratado de silenciar el escándalo que los documentalistas denuncian en su trabajo. Así es esto.
El film trata de poner en evidencia la manipulación de los agentes del poder, por un lado, y subsidiariamente, la complicidad de los medios en silenciar los acontecimientos. El hecho de que la emisión, parece, que tuvo que ser cortada en cinco minutos (o sea, censurada), nos recuerda que estamos todavía donde estamos, es decir, más entonces que ahora.
La película documenta los acontecimientos ocurridos el 4 de febrero de 2006, en el que se denunciaron abusos por parte de la policía y la judicatura, durante una operación en la que resulto gravemente herido uno de los agentes. La premura en cerrar el caso lo más «eficazmente» posible, implicó a funcionarios, jueces, políticos o los propios policías.
P.D. 2019
Varios años después de la polémica suscitada con la denuncia del film, los acontecimientos han dejado fehaciente constancia de que esta historia fue utilizada torticeramente con fines políticos muy determinados, por lo que, desde mi punto de vista, queda invalidada cualquier valoración documental objetiva.
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