Boyhood

Boyhood
Boyhood

No sé si es el aburrimiento navideño, o es el puro masoquismo el que me ha llevado a volver a ver otra película de Richard Linklater, como si no hubiera tenido suficiente con su serie de los «Before…». Y no solo eso, con alevosía he afrontado las casi tres horas, con el presentimiento —o sea prejuicio— de que seguramente me parecerían treinta. Así ha sido.

Ya el título «Boyhood» (adolescente), indica por donde va a ir la ración de edulcorante que nos va servir el director. Con el truco que ya utilizara en sus «Antes de«; ese de acompasar sus historias con el paso del tiempo real y el envejecimiento de sus protagonistas, supongo, que con el fin de transmitir una mayor verosimilitud. Como si el cine no fuera cine, mire usted.

Aquí, me dicen que ha utilizado como doce años en completar la película, parece que con ese propósito de recoger el crecimiento de sus personajes; pero me temo que solo ha recogido el de sus actores. Y lo malo es que este ejercicio de simple paciencia, le parezca a este señor una genialidad. (Aquí lo hacen cada temporada en la tele con «Cuéntame«, y hace tiempo que ya estamos hasta los mismísimos de proselitismo «transicional«).

En cuanto al argumento, resulta otro canto a la maravillosa vida norteamericana, como siempre con sus pequeños contratiempos, para actualizarla o simplemente hacerla más creíble; naturalmente problemas actuales, pero acompañados siempre con una bonita solución de telefilm. Que no empañen el happy end. Lo que tampoco la hace muy original, si tenemos en cuenta que todavía vivimos aquellos que pudimos ver la serie «The wonder years«, allá por los ochenta. Aunque su música me gustaba más… y yo era más joven (un recuerdo para Joe Cocker).

Familia que no reza unida...
Familia que no reza unida…

Si el repaso a toda una adolescencia desde una perspectiva superficial, ñoña y vacía, ya de por sí resulta poco alentador; condensándola en un film de tres horas, resulta insuficiente al compararla con las series citadas como ejemplo; y un producto insufrible si lo tomamos como película de las de ver de un tirón.

El amontonamiento de circunstancias, hace que el film no profundice en ninguna. La multitud de personajes, que aparecen solamente en dos o tres secuencias, sin saber de donde vienen ni adonde van, y que deberían ser cruciales en la vida de los niños, es para perderse. Los propios protagonistas carecen de personalidad definida, más allá del nombre que les atribuye la lista del casting. Los sentimientos y la problemática que intenta —vanamente— transmitir, tanto personal como socialmente, prefiero pensar que es ninguna, porque de lo contrario, me creería estar viendo un panfleto subvencionado por el ala republicana del «tea party«.

... pues parece que no permanece unida
… pues parece que no permanece unida

A veces hablamos de películas localizadas en sitios absolutamente ajenos a nuestro mundo, pero en las cuales su director ha sabido utilizar el lenguaje preciso para que su discurso pueda ser identificado en cualquier lugar, Linklater, asombrosamente consigue lo contrario, que su trabajo siempre parezca una distante propaganda de esa supuesta feliz clase media norteamericana, esa que parece que viven todos en hermosas viviendas de hermosos barrios residenciales, sin más preocupaciones que cantar himnos y amar a su bandera.

Y lo jodido es que esto lo consigue incluso cuando rueda sus películas en Europa. ¡Todo un logro de empalagoso americanismo! (Si Goebbels levantara la cabeza, iba a aprender lo que es manipulación).

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