Cada vez con más frecuencia y gracias a eso de las nuevas tecnologías, se encuentran piezas insólitas que no hace mucho, o se desconocían, o era imposible su acceso. Hoy me he encontrado en el video club on-line «filmin«, nada menos que con la primera obra que se conserva de Francoise Truffaut (parece que algún otro trabajo anterior se ha perdido), que no fue como muchos creíamos aquellos «400 golpes«, sino el cortometraje «Los mocosos» (Les Mistons) de 1957. Un auténtico preludio de la renovadora «nouvelle vague«.
En sus solamente dieciocho minutos de metraje, el director francés nos muestra las pillerías de unos niños adolescentes que están despertando a la sexualidad y ven durante sus correrías, a hurtadillas, con asombro y envidia, los primeros amoríos furtivos de los jóvenes un poco más mayores que ellos.
Antecedente de su inminente obra maestra posterior mencionada, las travesuras de los niños nos recuerdan —o me recuerdan—, aquel deambular por unas urbes que todavía dejaban resquicios al abandono silvestre sobre los descampados de los barrios obreros, convertidos habitualmente en sucias escombreras, donde amantes y adolescentes coincidían al caer la tarde, unos para satisfacer su carnalidad, otros para espiarlos ansiosamente, a modo de impotente venganza. Mañana sería su turno, sin duda.
El pequeño film, ya refleja claramente los demonios infantiles que movieron a Truffaut, tanto en su vida personal, como en su obra cinematográfica: las mujeres y el cine; o quizás haya que decir: el sexo y la huida a otra vida imaginaria. Imperdible.
Ángel Lapresta: Cinéfilo del siglo veinte 
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