Nymphomaniac

Nymphomaniac
Nymphomaniac

Qué duro debe ser ir por la vida tratando de demostrar todos los días lo genio que es uno. Parece que es el problema del danés Lars von Trier, sobradamente conocido (o en realidad desconocido) para los aficionados al cine.

Se habrá dicho de todo sobre él, pero se ha dicho. Porque desde sus primeros trabajos conocidos, la principal seña de identidad ha sido llamar la atención, no sé si para epatar al espectador, o para echar un pulso a los críticos festivaleros. De una u otra forma —o de las dos— parece que siempre se lleva el gato al agua.

Su última genialidad por el momento (dividida en dos entregas, para evitar el agotamiento), se llama «Nymphomaniac«, y sigue la estela de aquella perturbadora «Anticristo«, porque efectivamente, no hay un cristo que las entienda.

Dejando muy atrás sus antiguos devaneos varios, basados más en las formas que en el contenido, parece que ha descubierto que describir minuciosamente los tabúes, en esta sociedad de tabúes, le da resultado. Y que hablen, aunque sea mal.

Preguntó ella
Preguntó ella

Después de leer el título del film, poco más hay que explicar del argumento. Pues eso, una persona adicta al sexo, que se pasa tres horas largas (de momento, que parece que hay más), explicando sus tortuosas experiencias a un anciano interlocutor, el cual va contestando con sus variopintos desvaríos, como contrapunto a tan idílico relato.

Ah, bueno
Ah, bueno

La película alterna los interminables planos de monótona conversación, con insertos de aventuras sexuales totalmente explícitas. La gran virtud del director es conseguir que tanto unas como otras, resulten absolutamente soporíferas.

Y debe ser todo un logro, porque con lo aficionados que somos algunos a estas cosas, el amigo Lars, consigue sumirnos en el más profundo aburrimiento. Todo un arte, hay que reconocerlo. La iglesia debería tomar nota de cómo hay que proceder con la lujuria, para evitar tentaciones y pasar directamente al reparador sueño, sin cochinadas de por medio.

Pues si usted lo dice...
Pues si usted lo dice…

Quizás alguno, a estas alturas, todavía se escandalice por las imágenes del más variado catálogo pornográfico, pero no creo, porque todos esos ojitos de pecador han visto ya mucha guarrerida.

Pseudospoiler: De las posibles connotaciones alegóricas de la pesca con mosca y la masturbación compulsiva, no hablamos, que me da la risa.

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