Para bien o para mal: Ken Loach. Una muestra más de su cine contestatario y directo, donde no caben sutilezas, para exponer su oposición a un sistema con el que no comulga.
En “Route Irish” –producción del año 2010, estrenada tarde, poco y mal–, sale de su habitual entorno obrero del Reino Unido, para mostrarnos alguno de los numerosos entresijos económicos, que como “beneficios colaterales”, acompañan a los conflictos bélicos.
En este caso, toma la forma del thriller, para contar una historia, como siempre, poco elaborada; una aventura dentro de la guerra –disfrazada de posguerra–, en Irak.
Aquí, eran dos amigos dedicados a eso de los tiros; uno muere en extrañas circunstancias, y el otro se desvive para conocer la verdad. Pues bueno, si a semejante “originalidad”, le añadimos una dosis de redención y un final exculpatorio, nadie diría que estamos ante el Ken Loach trotskista de siempre.

Pero el verdadero interés de la película, no está en la floja historia que nos cuenta, sino en sus protagonistas. En realidad, el guión (del omnipresente Paul Laverty) no resulta más que una excusa, para retratar crudamente a unos personajes, llamados históricamente “mercenarios”, bastante nombrados, pero bastante desconocidos.

La falta de miramientos para realizar “misiones” que ni el propio ejército regular se atreve a llevar a cabo, o el negocio que mueve la privatización de la guerra, o el desconocimiento en general, por parte del ciudadano, de este tipo de actividades y activistas, que actúan bajo suculentos contratos con los estados, son el verdadero trasfondo de la –aparentemente–, convencional historia de aventuras.
Sus trabajos: cualquier encargo más allá de la ley, que su implicación pueda ensuciar –más aún– la maltrecha imagen de los gobiernos beligerantes. Los protagonistas: exmilitares, los más violentos y menos escrupulosos. El resultado: negocio para los más espabilados, y tragedia para el país elegido.
Irak, Afganistán, Centroamérica, África, el Magreb, Palestina,… “y ahora vienen a por mi, pero ya es demasiado tarde”.
Bueno, yo le sigo teniendo miedito a que contenga escenas muy fuertes, y con tu reseña, aún más.
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Las escenas de violencia explicita son las menos, pero los personajes dan nauseas.
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