DIRECTOR: Erice, Victor
PAIS: España
AÑO: 1992
DURACION: 132 min
INTERPRETES: Antonio Lopez
Tercera película en treinta años del atípico Víctor Erice, en este caso apartándose sustancialmente de la temática de posguerra que había marcado sus anteriores trabajos, para adentrarse más directamente en una metafórica y profunda reflexión sobre el paso del tiempo, a través de la evolución de la luz.
El film se presenta a modo de falso documental sobre la realización de un cuadro de un membrillero, en casa del excepcional pintor Antonio López.
Por una parte, y en una lectura superficial, aunque en sí suficientemente interesante, Erice nos enseña la forma de trabajar del genial pintor; su meticulosidad, su respeto y admiración por la realidad, por la vida y por su libertad de expresarla. Una forma de trabajar, o más bien de entender la existencia, que evidentemente, su resultado se trasladará a su incomparable obra pictórica.
Esta obsesión del pintor por captar el instante perfecto, nos lleva a la existencialista confirmación de la inexistencia del tiempo, a la imposibilidad de retener la vida, ni siquiera en la abstracción de un cuadro.
El resultado final, con la presencia de la muerte, junto con la continuación de la vida, nos deja la sospecha de que la verdadera obra no es la acabada o inacabada, que más da, sino el proceso de realización, en el infinitesimal tiempo presente que contiene el verdadero contacto con la vida.