DIRECTOR: Griffith, David W.
PAIS: USA
AÑO: 1916
DURACION: 170 min
INTERPRETES: Mae Marsh, Robert Harron, Lillian Gish, Elmer Clift
La segunda gran superproducción de Griffith, constituye un amplio fresco de cuatro lances históricos, destinado a mostrar las desgracias provocadas por la intolerancia religiosa o social en la historia de la humanidad.
Griffith utiliza en este filme, hasta sus últimas consecuencias, su técnica de las acciones paralelas al desarrollar los cuatro episodios, alternándolos en el montaje para reforzar su paralelismo simbólico.
El episodio principal, y base del filme, ambientado en la época real, muestra la injusticia a la que se puede llegar por la aplicación estricta de la ley, sin dejar lugar a la duda de un posible error o manipulación de la legalidad. En un segundo episodio, la ambición por el poder de las distintas facciones del poder en la antigua Babilonia, acabará para la humanidad con la irreparable pérdida de una de las más florecientes civilizaciones. Similar comportamiento se produciría en la matanza de católicos y protestantes en la revuelta hugonote, en la Europa de la transición de la edad media. Por último y con muy poco contenido, Griffith hace referencia a la intolerancia que condujo a Jesús de Nazaret a ser sacrificado en la cruz.
No deja de ser curioso que Griffith, que acababa de filmar el gigantesco panfleto contra la raza negra “El nacimiento de una nación”, hiciera gala aquí de generosas ideas sociales. Pero éstas deben ser las contradicciones típicas de un pionero autodidacta.
El talento de Griffith, creó con excepcional sentido cinematográfico una obra de ritmo prodigioso, que no debía nada a la técnica teatral y que utilizaba sistemáticamente los recursos de una dramaturgia visual, que crearía la base de la escuela del cine, como lo entendemos hoy en día.
No obstante demostró en otros aspectos graves limitaciones; la psicología de sus personajes vuelve a ser rudimentaria y los conflictos que narra elementales y folletinescos.
«Tal vez, de haber llegado unos años mas tarde al cine, inventada ya la sintaxis visual que él creó, sería hoy un desconocido artesano de películas mediocres».