DIRECTOR: Keaton, Buster
PAIS: USA
AÑO: 1923
DURACION: 75 min
INTERPRETES: Buster Keaton, Natalie Talmadge, Joe Roberts
Perteneciente a la brillante escuela cómica que fue la productora de Mack Sennett; y ya en pleno apogeo del cine mudo de Hollywood, aparece la figura del que hoy calificamos como uno de los gigantes del cine cómico de todos los tiempos: Buster Keaton.
La constante que caracterizó todas sus interpretaciones, fue la ausencia del menor indicio de sonrisa en sus personajes, peculiaridad que le hizo ser conocido popularmente como “cara de palo”.
En 1923, con la técnica y el lenguaje cinematográfico ya muy depurado por los grandes pioneros de la década anterior (Griffith, Stroheim, Chaplin, etc.), Keaton rueda una de sus primera obras maestras “La ley de la hospitalidad”.
En la película recurre al clásico drama de Romeo y Julieta, como hilo conductor de lo que es el verdadero atractivo del filme: la minuciosa y exacta interpretación de sus propios “gags”.
Sin embargo, y a pesar de los avances citados, la estructura general de las películas de estos años, todavía se resentían, cuando la duración comenzaba a prolongarse. Este puede ser el caso de “La ley de la hospitalidad”, en la que los diversos temas y estilos que toca (probablemente obligado para poder completar el metraje), a menudo, quedan inconexos por una posible falta de madurez en la concepción del guión.
Así, el primer tercio de la película, se convierte en una cariñosa ironía sobre los primeros ferrocarriles en 1830. Ironía, que nada tiene que ver con el núcleo central de la historia, basado en el referido clásico de Shakespeare, o con las trepidantes escenas de “rescate en el último minuto” que redimirán al moderno “Romeo McKay”, frente a la implacable familia de su amada “Julieta Canfield”.
No obstante, Keaton aprovecha, entre broma y broma, para denunciar abiertamente algunas de las absurdas y trasnochadas costumbres del profundo e intolerante Sur norteamericano; del que, por cierto, el impasible actor-director era simpatizante.