DIRECTOR: Aristarain, Adolfo
PAIS: Argentina
AÑO: 1999
DURACION: 134 min
INTERPRETES: Federico Luppi, Juan Diego Botto, E. Poncela
Estamos ante otro de los escasos ejemplos de cine de autor latinoamericano que comienzan a llegar a Europa a finales de los noventa, de la mano de uno de los más reconocidos directores argentinos como es Adolfo Aristarain, aunque como ya es costumbre, en forma de coproducción con organismos y televisiones españoles.
Como es habitual en el cine de Aristarain, a una realización fluida, clásica de las mejores formas norteamericanas, se le une el estudio y profundización en sus personajes y el mundo en el que se desenvuelven, típico del cine europeo.
Aquí, Martín, un director argentino, divorciado y afincado desde hace años en Madrid, tiene que asumir la tutela de su hijo de diecinueve años también llamado Martín pero con el apéndice de Hache (de hijo), como distintivo del padre.
El joven se encuentra en una edad de cambio, en el que tiene que asumir su propia responsabilidad y su propia forma de vida. Tras una fracasada etapa en su país natal como pésimo estudiante, músico aficionado y con peligrosos coqueteos con el mundo de las drogas, se traslada a vivir a España con su padre, con el que nunca tuvo especial sintonía.
Por otra parte, Martín vive en el mundo de la farándula del cine, libre (o solo), con una amante más joven y sin ningún compromiso más allá de sí mismo.
La estancia, casi obligada, entre ambos, les acabará descubriendo un mundo de sentimientos, ignorado por el joven y voluntariamente obviado por el padre. La eterna distancia generacional, ocupada siempre por un amor sobrio y áspero, sin lujurias ni zalamerías, pero sólido y permanente, se dulcificará en un final quizás algo empalagoso, pero agradecido para la maltrecha esperanza del espectador universal, sea padre o hijo.