DIRECTOR: Ford, John
PAIS: USA
AÑO: 1959
DURACION: 115 min
INTERPRETES: John Wayne, Willian Holden, Constance Towers
No es infrecuente encontrar a lo largo de la filmografía de John Ford, las consecuencias de la guerra de secesión. Perdedores extraviados en un nuevo orden, al que ellos ya no pertenecen. Pero, es en “Misión de audaces”, donde retrocede en la cronología, para centrarse en el propio conflicto bélico y, sobretodo, en sus personajes.
Se trata de la operación Vicksburg, (en la realidad, la primera gran victoria de la Unión). En ella, el coronel Marlowe, debe adentrar sus tropas tras las líneas enemigas de forma clandestina, para destruir por sorpresa el centro de abastecimiento de los confederados.
En primer lugar, Ford, expone lo absurdo de una guerra, cualquiera que sea. Donde un ingeniero de ferrocarriles, resulta el más apropiado, para destruir una línea férrea. Donde las ideas preconcebidas desde la política, pierden todo sentido ante las relaciones personales. Donde el verdadero conflicto, surge en la conciencia del militar, cuando tiene que optar por el deber, enfrentándose a sus sentimientos personales.
A esta sinrazón, se opone el contrapunto del doctor Kendall, en la, “seudo militar”, unidad médica. Prescindiendo su trabajo de cualquier acción bélica, se centrará en reparar los desatinos de la violencia, sin distinguir bandos ni banderas. Al final, nos quedan unos militares persiguiéndose unos a otros, con acciones suicidas (¿o heroicas?).
Esta vez, la caballería no será el símbolo de la gran familia que Ford añoraba para su país, aquí no son más que el instrumento de la inconsciencia y la intolerancia, de unos pueblos fanáticos, manipulados por unos políticos ambiciosos y sin escrúpulos.