Paisá

paisa.jpgDIRECTOR: Rossellini, Roberto
PAIS: Italia
AÑO: 1946
DURACION: 134 min
INTERPRETES: Maria Michi, Gar Moore, Carmela Sazio

Segunda película de Roberto Rossellini, perteneciente a la trilogía neorrealista, –junto con “Roma ciudad abierta” y “Alemania año cero”–, sobre la inminente catástrofe que supuso la guerra, para, en este caso, Italia.

Si en la primera relata la ocupación nazi de su país, y la trágica represión de la población civil; y en la tercera, se traslada a Berlín para retratar un pueblo devastado por la derrota; aquí se centra en el momento intermedio que supuso la reconquista de la península trasalpina por parte de las tropas aliadas, y la valiosa aportación popular a través de los partisanos (Paisá).

Dividida en seis episodios. Desde el desembarco de las tropas americanas en Sicilia, donde el recelo y la incomunicación se hacen tragedia. La miseria y el hambre en las grandes ciudades, de la que los nuevos invasores tardarán en asimilar, no sin estupor. La forzada prostitución de las mujeres más jóvenes, precisamente con los que debían ser sus liberadores. La muerte en ignorados y desiguales combates callejeros de guerrilleros anónimos, mientras las fuerzas regulares atienden a estrategias oficiales, o recepciones diplomáticas. Hasta el asesinato frío y cruel, hasta el último día de la contienda, de los guerrilleros resistentes, porque en definitiva, no llevaban uniforme, y por tanto no existían para la convención de Ginebra. Constituyen el desolador mosaico del escenario bélico, sufrido desde la desamparada perspectiva civil.

Como un reproche ahogado hacia unos ejércitos a los que, al final, había que agradecer su intervención, el director italiano, reclama atención, no solo a las acciones bélicas, sino también, a unos ciudadanos masacrados, hambrientos, humillados, o asesinados directa y anónimamente.

La denuncia del film se dirige abiertamente, no solo y por supuesto a la ocupación alemana, sino también hacia unos estamentos políticos, militares, incluso religiosos, preocupados directamente por la victoria de sus intereses, sin reparar en las personas que existían detrás de las ruinas, de los uniformes o de los precarios fusiles partisanos.

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