DIRECTOR: Aldrich, Robert
PAIS: USA
AÑO: 1962
DURACION: 130 min
INTERPRETES: Bette Davis, Joan Crawford
Perteneciente a una segunda etapa, marcada por el suicidio de su primer actor y amigo Rod Steiger, Robert Aldrich, todavía rodaría estimables trabajos, quizás no tan contundentes como sus “Apache”, “La venganza de Ulzama” o “Attack”, pero siempre con el sello de compromiso y violencia, que exigía su “idílico” entorno americano, y que tantas veces ha sido (y sigue siendo) ocultado y tergiversado por la cinematografía más conservadora y comercial.
En su constante afán de tratar de la forma más atípica y desmitificadora, todos los géneros que el cine tradicional ha utilizado, –tanto para sus fines lucrativos, como para su propaganda política–, Aldrich aprovecha aquí la moda de las tramas psicológicas, para, a través de ellas, hacer una disección feroz, de la ruina a la que se ven abocadas las vidas de la mayoría de los mal llamados “niños prodigio”. Y por extensión, el trauma obsesivo y patológico de las estrellas, fugazmente encumbradas, para dejarlas caer en el más miserable abandono, profesional, social,…, humano.
Con vistas a su rentabilización comercial –como no–, el film trata de aprovechar a dos grandes “superstar”, ya en plena decadencia: la siempre histriónica Bette Davis y una equilibrada, aunque irremediablemente envejecida Joan Crawford, para las cuales se elaborará el guión a su perfecta medida.
Un guión, una historia y unas actrices, que encajan demasiado cruelmente en la realidad de un Hollywood, acostumbrado a los profesionales de usar y tirar.